domingo, 29 de noviembre de 2009

El nacimiento de Saki

Hector H. Munro se estableció en Londres en 1896. Allí, a través de algunos amigos comunes de Devonshire, conoció a Francis Carruthers Gould (1844-1925). Nacido en Barnstaple —donde había transcurrido la infancia avuncular de Munro— Gould era, en el cambio de siglo, el dibujante político más influyente de la capital británica.
Su carrera había comenzado en 1887, en The Pall Mall Gazette, y en 1893, cuando el periódico se convirtió en un órgano conservador, pasó a la recién fundada The Westminster Gazette, en la que publicó hasta 1914. Se considera que sus mejores obras abarcan el período comprendido entre 1895 y 1905, etapa que coincide con un gobierno de coalición entre conservadores y liberales unionistas. Liberal radical, el blanco frecuente de sus críticas fueron esos políticos del gobierno de coalición y, en especial, lord Salisbury, Joseph Chamberlain y Arthur Balfour. De todos modos, siempre dibujó a sus personajes de un modo benévolo —muchas veces, como animales y, en especial, pájaros—, y sus sátiras nunca fueron crueles. Fue nombrado caballero en 1906.
El 25 de julio de 1900 apareció en el vespertino liberal The Westminster Gazette la primera colaboración entre Gould y Hector H. Munro, «Alicia en la calle Downing». Ese texto, que (como toda la serie) obtuvo un éxito inmediato, fue el primero que Munro firmó con el pseudónimo Saki.

Así relataría un cuarto de siglo más tarde John A. Spender, director de The Westminster Gazette, su primer encuentro con Saki y el nacimiento de la Alicia en Westminster:
En lo que respecta a la Westminster Gazette, Saki fue un descubrimiento de F. C. G. No sé cómo se conocieron, pero recuerdo claramente que Gould me lo trajo a mi despacho del periódico en algún momento del año 1900 y enseguida empezó a comentar una serie de artículos que uno iba a escribir y el otro a ilustrar. Saki dejó todo el peso de la conversación a Gould y al principio fue difícil sacarle una palabra. Sin embargo, las palabras, cuando salieron, fueron cáusticas y originales; y a los pocos minutos llegué a la conclusión de que Gould no se equivocaba en su «hallazgo». El plan propuesto era el de la Alicia en Westminster —con el tema de la guerra sudafricana y la política en general— republicada en este volumen, y reconozco que albergué algunas dudas. Había recibido en diversas ocasiones (como la mayoría de directores de periódico, supongo) parodias de ese famoso original, y casi todas habían sido estrepitosos fracasos. Tales empeños triunfan perfectamente o fracasan rotundamente, y triunfar perfectamente no sólo significa copiar la forma, sino captar el espíritu del inimitable y fantástico original.

No concibo que nadie pueda dudar de que Saki es uno de los pocos que han triunfado.

[...]

No puedo evitar añadir unas palabras sobre el papel de Gould. Aunque a su modo más áspero, Gould capta el espíritu de Tenniel con el mismo acierto que el alcanzado por Saki en la parte de Lewis Carroll. Recuerdo muy bien el placer de ambos en esa colaboración y sus prolongadas consultas antes de llegar a un resultado. El frontispicio de Gould me sigue pareciendo una pequeña obra maestra, y no conozco ningún otro lugar en donde se encuentren concentrados tan plenamente y en un espacio tan reducido el carácter y el sabor del período del que es objeto esta sátira.

Fuentes:
Juan Gabriel López Guix, en Introducción a Alicia en Westminster, Barcelona, Alpha Decay, 2009.
John A. Spender, en Prólogo a The Westminster Alice, Nueva York, Viking, 1927.